El lado malo de la barra

La barra de un bar es quizás una de las fronteras más altas e inquebrantables que existen.

Lo pensé cuando trabajaba de camarera el día en el que en nuestro bar celebraron la aprobación de dios sabe cual proyecto cinematográfico al que acudieron muchísimas personas del bien y bien poco — por desgracia o por suerte— conocido Mundillo. 

La mayoría de las personas del Mundillo son complejas y poderosas si las observas, simples y cargantes si las tratas y sus ojos jamás te mirarán de frente por más de tres segundos. — Pasados tres segundos, dice mi madre que lo que está en el suelo se debe tirar. —  Esto es porque están buscando otros ojos que les den la oportunidad. Y esa oportunidad  nunca se la darás tú. Y mucho menos si tú estás ahora mismo al otro lado de la barra, poniéndole un gin tonic, de Monkey 47, por favor, que hoy estamos de celebración. 

Así que ese día, cuando serví la primera ronda a todo el mundo, pude dedicarme a observar feliz cuanto estaba sucediendo en ese lugar. Poco más trabajo tuve hasta que cerramos. Todavía no habían empezado a grabar así que una segunda copa de una ginebra premium estaba al alcance de pocos. Algún chupito, quizás. Y luego cervezas.

— Me dan menos resaca. — Justificaban. 

Y valen doce euros menos. 

Y así de divertida transcurrió la velada. El jolgorio se apoderaba de sus cuerpos y un grupito se acercó a culminarlo con un tequifresa, que no hay nada en el mundo que dé más alegría.. Entonces, entre sus caras reconozco una y esa una me reconoce a mí. Una amiga de un amigo. ¿Qué haces aquí? ¡Enhorabuena chicos! ¡Cuánto me alegro! ¡Qué bien verte! Insisto, ¿qué haces aquí?

— Es que Irene también es artista. 

Una vergüenza intensa me cubre el cuerpo y su pregunta, ahora, me la hago yo. ¿Qué hago aquí? Siento la necesidad de buscar alguna excusa. Y pienso “estoy trabajando”, no debo avergonzarme de estar trabajando. Me estoy pagando sola un piso en el centro, no debería avergonzarme. Te estoy aguantando a ti y a toda tu pandilla sin que se me vaya la sonrisa de la cara porque estoy siendo profesional, no debería avergonzarme. Soy la única persona de esta sala capaz de pronunciar todas las consonantes, no debería avergonzarme. Y sin embargo, me avergüenzo. Y supongo que esta vergüenza ha sido tan descarada, tan destapada que uno de los señores que la acompañaba sintió la irrefrenable, me imagino, necesidad de consolarme. Abrió esa horrible boca pastosa con olor a éxito y alcohol y soltó la frase que se me tatuaría en la nuca:

Tranquila, dentro de poco estarás tú también de este lado de la barra. 

De ese lado de la barra. El otro, el contrario. El que no es este, pensé. El lado bueno de la barra, si es que tal cosa existe. El lado bueno de la barra es aquel en el que pagas seis euros por treinta mililitros de tequifresa. 

En ese momento miré por primera vez con otros ojos ese local. Yo también me sentí feliz ahí. Cuando en cocina me dejaban un trozo de tarta con mi nombre porque sí. Las risas de ver a un compañero desquiciado queriendo romper un bote de aceitunas con una botella de fanta. El dj buscándome la mirada cuando pone mi canción favorita, las bromas internas por el pinganillo, los bailes, los cotilleos, los desahogos, los abrazos de cuando no podía más. Volví a ver la boca horrorosa del señor y ahora me pareció también que se le iban los ojos. 

Aquel día no dije nada pero ahora que ya no trabajo allí, ahora que en teoría he cruzado la frontera, pienso en esa noche a menudo y me arrepiento haberme cargado esa vergüenza en los hombros. Pienso en lo honrado y en la tristísima vergüenza de clase. Pienso en lo durísimo que es estar de cara al público y en aguantar quejas que tú no mereces. Pienso en que a lo mejor debería haberle dicho que no se preocupara, que yo estaba bien. Pienso en el equipo, en las caras de mis compañeros y siento que a pesar de todo, fui feliz. Y es que no sé a dónde querrías llegar tú en la vida, señor de boca horrorosa y ojos tuertos, pero yo al fin tengo claro que no soy menos artista por preferir mil veces, antes que tomándome un tequifresa contigo, quedarme con mi gente en el lado malo de la barra. 

Comentarios

  1. Mais claro e nítido imposible....nunca teñas esa "vergonza"
    Tua madriña q che quere é está orgullosa de ti un cacho😘

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