Se me morían las flores
por no quedarse a ver
cómo moría yo.
Que ellas no aguantan la pena,
y allí no había nada más.
- Deme unas que vivan, señora
unas a las que les guste llorar.
- Las que lloran son salvajes, niña.
Lloran para regarse
porque no se dejan regar.
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